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Hay un mundo a la vuelta de la esquina de tu mente,
donde la realidad es un intruso y los sueños se hacen realidad...

Puedes escaparte hasta él a voluntad.
No necesitas contraseña secreta, varita mágica ni lámpara de Aladino; sólo hace falta imaginación y curiosidad por...

...las cosas que nunca existieron

Nota del transcriptor sobre la introducción: Es un conjunto de falacias y falsedades colocadas para un público infantil y para venderte que las invenciones de una persona son dignas de ser compradas en forma de libro. La inspiración literaria no funciona así y claramente la función del sueño en los diferentes pueblos ha sido diferente y no siempre ha tenido la misma importancia. Igualmente, los mitos no son producto de los sueños sino que muchas veces son creaciones con intenciones políticas o de control social. Tampoco la muerte es un sueño, sino el final absoluto de una existencia orgánica. Es falso que las fantasías del pasado sean las realidades del presente. Muchas fantasías científicas han terminado por inspirar logros técnicos del presente pero ello no es extendible a todos los hallazgos, claramente. Esto no es burlarse de los sueños, en absoluto, es separar la fantasía de la realidad. La fantasía tiene características positivas por sí misma pero siempre que no esté mezclada con la realidad (aunque se podría puntualizar esto último). La fantasía que se mezcla sin control con la realidad son las mentiras y de ello nos advirtió Michael Ende en la Historia Interminable. La Nada avanza con las mentiras. La religión es una de esas grandes mentiras que devoran la realidad sin piedad y cuando la fantasía y los mitos ayudan a esa tarea, hay que señalarlo. La capacidad imaginativa es algo que va más allá de soñar, claramente, aunque sean significados complementarios. Al menos hay párrafos en los que se redimen de la anterior mezcla entre fantasía e irrealidad y ya admiten en el título que "nunca han existido". Disfruten de la Enciclopedia.
Hay quienes se burlan de los sueños, y los consideran una pérdida de tiempo. Pero los sueños forman parte de nosotros, tanto como los latidos del corazón. La capacidad de soñar y de fantasear es un don precioso, porque expande una vida abriéndola a muchas otras, como un millar de capullos floreciendo en una rama. Los que pueden soñar deben compadecer a los que no son capaces de hacerlo, porque nunca conocerán la magia que permite pasar de la realidad al mundo de los sueños: ver a través de dimensiones desconocidas para nuestros cinco sentidos, como si se fueran descorriendo una serie de cortinas para revelar un apasionante mundo de colores, hazañas, grandes empresas y poderes. Todos los pueblos, en todas las épocas, han sabido lo importante que es soñar. A los sueños que han quedado registrados los llamamos mitos o cuentos de hadas. Forman parte del tesoro de nuestro mundo secreto y son capaces de transportarnos instantáneamente al Valhalla o al Olimpo. Nos explican todo lo que ansiamos saber y dan sustancia a la convicción instintiva de que hay otros mundos más allá del nuestro.
Los sueños, o la fantasía, son nuestro único escape de la realidad, hasta que llega el momento de atravesar la gran puerta que conduce al sueño definitivo. No obstante, existe sólo una leve frontera entre la realidad y la fantasia. Las fantasías del pasado son las realidades del presente. En 1903, H. G. Wells escribió un libro titulado
Los primeros hombres en la Luna, y sus contemporáneos lo disfrutaron como un delirio fantástico. Pero muchas personas nacidas en 1903 tuvieron ocasión de contemplar hombres caminando sobre la luna. Indudablemente, veremos hacerse realidad otras muchas fantasías de Wells, y quizás el viaje por el tiempo llegue a ser tan sencillo como ahora es el viaje por el espacio.
Todo lo que ahora aceptamos como parte de nuestras vidas fue en otro tiempo una fantasía. Las mitologías de todas las razas nos hablan de seres cósmicos que usaban los elementos como armas, y esa fantasía se hizo terrible realidad en Hiroshima. Los legendarios seres del pasado se desplazaban en carros sin caballos, hablaban entre sí de un extremo a otro del mundo, hacían que el fuego les obedeciera y curaban enfermedades con sus poderes mágicos. En la actualidad tenemos automóviles, radio, aviones, electricidad, rayos láser, drogas milagrosas y submarinos. Nuestros antepasados hubieran considerado todas estas cosas como fantasías. Un científico puede deplorar la idea de que exista una conexión entre la ciencia y la fantasía, pero la fantasía siempre llega primero. Es el fruto de la imaginación, y sin imaginación no existiría la ciencia. Todo invento es el resultado de la fantasía. Nota del transcriptor
Este libro pretende ayudarle a liberar sus propios poderes de fantasía: demostrarle que al atravesar esa tenue frontera se está siguiendo una honorable tradición. El lector debe recordar que el estudio de las cosas que nunca existieron no es, ni mucho menos, una ciencia exacta. Hay que usar la ilógica en lugar de la lógica, la ilusión en lugar de la percepción, la visión en lugar de la vista. Las historias e ilustraciones acerca de cosas que nunca existieron pueden ser a veces algo diferentes a otras que ya se han visto en otra parte, pero eso es porque los creadores del libro lo han usado como llave para liberar sus propias fantasía. Han empleado la palabra «Cosa» en su sentido más amplio —«cualquier posible objeto de pensamiento»— y han seguido los senderos de la fantasía a través de muchas extrañas y enmarañadas espesuras de la mitología, el folclore, la leyenda, la ficción y los cuentos de hadas. Si son contradictorios es porque la fantasía misma es una contradicción.
La teoría más extendida afirma que los primeros creadores de fantasías, en forma de mitos y leyendas, las emplearon para explicar todas las maravillas del Universo que no podían comprender. Pero, además del Cosmos que nos rodea, hay un Cosmos en nuestro interior, mucho más grande que cualquier cosa que podamos ver u oír con nuestros sentidos externos. Las imágenes exquisitas o terroríficas de nuestra imaginación, las voces y música de la mente, surgen de una inmensidad para la cual no tenemos nombre. El Cosmos dentro de nosotros contiene a todos los dioses y demonios inventados por la humanidad, con toda su creatividad mágica concentrada en místicas semillas en nuestros corazones y nuestras mentes. Y podemos utilizar sus poderes para obtener alegría y libertad o para difundir la devastación física o espiritual.
Pero podemos alberga la esperanza de llegar a comprender algo del inmenso Cosmos que tenemos dentro. Lo que llamamos fantasía es el primero paso hacia dicha comprensión, porque es la electricidad de la imaginación de donde brota el conocimiento. Y al profundizar en los mundos soñados por otras personas, ellas pueden ayudarnos a comprender.

CAPÍTULO UNO: COSAS DEL COSMOS

Nosotras, las potencias cósmicas, somos eternamente diferentes y, sin embargo, eternamente las miasmas. Nuestros padres no cambian, pero adoptamos tantas formas que un hombre no podría'decir todos sus nombres en el plazo de su vida. Existimos en las incontables estrellas del cielo, en cada ola del mar, en todo lo que hay encima o debajo de la tierra. El agua y el fuego, la tierra y el aire, nos contienen en sí mismos.
En el principio, creamos el Cosmos a partir del Caos. Cuando no existía nada, surgimos de la nada y dividimos el Caos en sus innumerables elementos. Situamos los astros en sus órbitas y pusimos límites a los mares. Inventamos el sol y encendimos la lámpara de la luna
Al principio sólo estaban el Padre Cielo y la Madre Tierra.. Cada raza les da diferentes nombres, pero como seres cósmicos, eran siempre los mismos. Ellos crearon a toda la familia de dioses y, cuando hubieron construido sus residencias celestiales, tuvieron que combatir contra las fuerzas del mal, que podían también ser hijos de los Grandes Progenitores. Libramos estas batallas en todos los rincones del mundo, desde Islandia a Nueva Zelanda, y cuando tuvimos tiempo creamos a la humanidad.
Los humanos poseéis todas las cualidades que poseemos los dioses: valor, ambición, amor, avaricia, desesperación, nobleza, cobardía y demás. No tenéis que preguntaros por qué vuestras naturalezas son tan intrincadas como una mata de espino, donde se mezclan las flores con las espinas. Las habéis heredado de nosotros, los innumerables dioses, que aún intervenimos en vuestros destinos.
Vivimos dentro del corazón de un diamante y en la más ligera brisa que toca nuestro rostro. La mayoría de nosotros vivimos en los corazones humanos. Si nos buscas, nos encontrarás ahí, pero no abras demasiado las puertas. Podrías dejar salir a Odín el Sabio o a Venus la Amante, o incluso a alguna manifestación nuestra, como el galante Rey Arturo, pero también residen en tu corazón Marte, el de los ojos de fuego, y el tenebroso Hades. Somos tú, y tú eres nosotros.
Tal vez resulte difícil creer en nosotros. Si es así, piensa en las palabras de uno de vuestros sabios, que dijo: «Si apuestas por los dioses y no existen, no pierdes nada; pero si apuestas contra ellos y existen, lo pierdes todo.»
Recuerda esto mientras lees nuestras historias.
Nota del transcriptor: Argumentos en contra de la apuesta de Pascal (perma.cc).

Acuario

El aguador que ocupa la undécima casa del Zodíaco. Es el encargado de hacer llover sobre el Hemisferio Norte cuando la Tierra pasa bajo la influencia cósmica de su casa, entre enero y febrero de cada año.
Originalmente, Acuario era Ganimedes, hijo del rey Tros de Frigia. Era un joven de extraordinaria belleza, y de todas las partes del mundo acudían viajeros a verle hacer ejercicio, desnudo, excepto por el gorro frigio con que cubría sus cabellos.
Pronto atrajo la atención de Zeus, señor del Olimpo, que era un ardiente admirador de la belleza, femenina o masculina. Zeus hizo un trato con el rey Tros, que cambió a su hijo por un par de corceles celestiales, tras lo cual Zeus se transformó en un águila para transportar a Ganimedes al Olimpo.
Se le dio el cargo de camarero de los dioses. Todos los dioses y diosas se mostraron encantados por la gracia y belleza del joven que llenaba sus copas. Por fin, Zeus le premió con la inmortalidad, asignándole un lugar en los cielos, en forma de constelación.
Como sirviente de los dioses, Ganimedes se había mostrado abierto y comunicativo, dispuesto a hacer gala de una mente despierta y sensible. La verdad es que a veces se metía en apuros por hablar demasiado, y otras discutía violentamente, a fin de impresionarles con sus propias ideas.
En la actualidad, cuando Acuario se encarga de la tarea cósmica de refrescar a los mortales, en lugar de a los dioses, los humanos nacidos bajo su influencia pueden absorber sus características personales.

Albión

Reino principal de la isla de Gran Bretaña, así llamado por los grandes acantilados blancos (albos) que bordean su costa suroeste. En la antigüedad, los pobladores de Albión eran tribus salvajes, similares a los escoceses del norte y a los cimris del oeste. En el sur del país habitaba una raza de gigantes, gobernados por Gog-magog, hasta que fueron derrotados por Bruto el Troyano.
Los seguidores del Troyano, célebres por su fuerza y valor, se mezclaron con los pobladores de Albión y dieron lugar a una nueva y espléndida raza, que se llamaron bretones en honor de Bruto. [Nota del transcriptor: Bruto de Troya, el fundador de Britannia/Historia Brittonum/Historia regum Britanniæ]. José de Arimatea los convirtió al cristianismo, tras demostrar el poder de la nueva fe arrojando su bastón al suelo cerca de Glastonbury, donde floreció y se convirtió en un espino blanco.
Después de esta conversión, los nobles descendientes de los troyanos se dedicaron a las caballerescas virtudes del valor, la caridad y el auxilio a los necesitados, en especial vírgenes raptadas por dragones.
Albión es un país particularmente bello, cubierto en su mayor parte de bosques brumosos, habitados por hadas, goblins, pixies y seres similares. En las colinas, dominando los pueblos y aldeas, se alzan los castillos de los caballeros, y desde estas alturas la clase dominante protege a los campesinos y artesanos que trabajan diligentemente en las tierras bajas.
El país es rico en hierro, y sus herreros son muy hábiles. Construyen armas y armaduras para los caballeros, a menudo bajo la dirección de hechiceros, que les ayudan a hacer espadas con poderes mágicos.
También hay minas de oro, plata, cobre, estaño y piedras preciosas. Los gnomos y kobolds ayudan a los mineros encontrar vetas más productivas.
Albión es famosa por la belleza y pureza, aunque los caballeros tienen que proteger con frecuencia su virtud contra los asaltos de malhechores.
Los reinos vecinos envidian las riquezas de Albión y la atacan con frecuencia. Este estado de guerra casi continuo ha tenido un lamentable efecto en su política. Los caballeros disputan a menudo acerca de la jefatura militar, pero la poderosa familia Pendragón, de la región occidental, ha sucedido a los descendientes de Bruto y mantiene el orden mediante una combinación de fuerza, magia y astucia.

Amor, diosas del

Casi todas las razas tienen una diosa concreta que supervisa los ritos del amor y la fertilidad, y todas ellas parecen compartir el mismo carácter caprichoso. La más característica es Venus (Afrodita), diosa del amor de los hombres y de los inmortales en la época del Olimpo.
Venus tuvo un comienzo poco prometedor, ya que fue creada cuando Crono castró a su padre y las gotas de sangre cayeron al mar, donde se transformaron en espuma blanca y de ésta nació Venus.
Desde el momento en que atravesó las puertas del Olimpo empezó a causar problemas. Los dioses no encontraban palabras para describir la perfección de su rostro y su cuerpo, mientras que las diosas sentían celos de una belleza que ensombrecía la suya propia. Venus es la esencia de la belleza seductora femenina, y conquistó a los dioses con su gracia y encanto, además de su deliciosa y turbadora presencia. Por si no bastara con todo eso, llevaba puesto un cinturón que irradiaba poder seductor. La prenda, exquisitamente confeccionada y bordada, promete el amor y su consumación.
Todos los dioses la deseaban, mientras las diosas la miraban con malos ojos. Empezó a acarrear disgustos a la humanidad, cuando Eris, diosa de la discordia, arrojó en una boda olímpica una manzana con las palabras «Para la más bella». Venus, Hera y Atenea reclamaron el premio, y Zeus zanjó la discusión decretando que un mortal juzgara la belleza de las diosas. El juez elegido fue Paris, hijo del rey Príamo de Troya, que inevitablemente eligió a Venus. Hera y Atenea se desquitaron devastando Troya y haciendo que Paris pereciera en el combate.
Los inmortales siempre se mostraron muy propensos a los amores apasionados, pero nunca habían conocido nada parecido al deseo que Venus despertaba en ellos. Pronto se encontró en una posición suprema como diosa y creadora del amor, aunque su naturaleza tiene muchas caras. Era dulce y generosa con los dioses y mortales que la respetaba, pero feroz con los que la desairaban. Cuando las muchachas de Pafos negaron su divinidad, ella las despojó de su modestia y las convirtió en prostitutas.
Se casó con Hefesto, el metalúrgico cojo, pero pronto le abandonó para echarse en los brazos del hermoso Adonis. Utilizó sin escrúpulos su belleza para seducir a dioses y mortales, o para lanzarlos a empresas amorosas sin esperanzas. Ni siquiera Zeus pudo resistir sus encantos, y ella le atormentó metiéndole en una serie de aventuras con mujeres mortales. [Nota del transcriptor: Las "aventuras" de Zeus con mortales son vistas de manera positiva en la mitología, son una virtud de Zeus. Para los griegos, Zeus era el padre de los dioses y como padre de los dioses tenía que mostrar que era el más viril de todos.]
Venus personifica la belleza mágica de las mujeres, el confort de sus brazos y la rica recompensa de sus cuerpos, junto con las sutilezas y complejidades de sus mentes. Los hombres siguen siendo víctimas de sus caprichos y de los tormentos de amor que ella les inflige. [Nota del transcriptor: es una visión puramente misógina del amor].

Aries

Esta poderosa criatura pasta en las praderas celestiales. Cuando los creadores del Cosmos le sacaron por primera vez a pastar, se parecía a los carneros de la antigua Arcadia. Era de color blanco, pardo y negro, con lana larga y rizada que más bien parecía pelo, patas largas y ágiles y cuernos más parecidos a los de una cabra que a los de un carnero. Pero los seres eternos que habitan las diversas casas del Zodíaco están sometidos a constantes cambios —aunque son siempre los mismos— y en la actualidad Aries se parece más a un carnero merino, de la raza que se cría en Australia.
Aries es el jefe del rebaño que en otro tiempo perteneció al gran dios Marte, que fue granjero antes de abrazar la profesión de las armas; la constelación de Aries está cerca del planeta Marte.
Aries es un auténtico carnero: belicoso, lujurioso y fértil en creaciones. Se muestra bastante apacible si no se le disputa la posesión de sus ovejas, pero carga enfurecido contra cualquier rival. Naturalmente, infunde estas cualidades en los humanos que nacen entre marzo y abril, bajo el signo del Carnero.

Arturo, rey de Inglaterra

Rey de Inglaterra cuya historia demuestra que hasta los reyes más nobles pueden caer víctimas de sus bajas emociones.
Era hijo de una extraña relación entre el rey Uther Pendragón y la duquesa Igraine de Cornualles. Uther se enamoró tan violentamente de Igraine, que persuadió al mago Merlín de que le diera la apariencia del duque, para así poder entrar en el castillo de Tintagel y en la cama de la duquesa.
Los hombres de Uther mataron al Duque antes de que naciera el hijo de Igraine, pero Merlín predijo un triste destino para el niño. Pronosticó que sus enemigos le matarían y con eĺ terminaría el reinado de los Pendragón.
Para evitar este destino, Igraine entregó su hijo recién nacido a Merlín. El mago le puso bajo el cuidado del noble caballero Sir Ector, que le hizo bautizar como Arturo y le crió junto con su propio hijo.
Sir Ector le enseño a Arturo todas las artes y virtudes de la caballería y el muchacho creció hasta convertirse en un joven de pelo claro, experto en armas, pero cortés y amable con sus vasallos y soldados. Inglaterra estaba en su habitual estado de guerra perpetua y el rey Uther, ya viejo y achacoso, tuvo que combatir contra una alianza de reyes del norte. Los derrotó en la batalla de San Albans, pero el esfuerzo fue demasiado duro para él; estando Uther moribundo, Merlín le instó a que declarase a Arturo sucesor suyo.
Las últimas palabras del rey Uther fueron: «Le doy a Arturo la bendición de Dios y la mía, y le pido que ruegue por mi alma y que reclame la corona».
Los caballeros de Uther nunca habían oído hablar de Arturo y se negaron a aceptar como rey a un muchacho desconocido, sobre todo teniendo en cuenta que muchos de ellos también aspiraban a la corona. Merlín les burló haciendo aparecer una espada clavada en un yunque. En la hoja estaba escrito en letras de oro: «El que logre sacar esta espada será, por derecho, rey de Inglaterra».
Todos los caballeros se adelantaron jactanciosos, dispuestos a arrancar la espada del yunque, y estallaron en risotadas cuando un delgado muchacho se acercó también a intentarlo. Cuando Arturo extrajo la espada sin esfuerzo, protestaron indignados, murmurando que debía ser hijo de las hadas y que una ola dorada lo había dejado en la playa. Cuando Arturo reclamó la corona y les invitó a una gran fiesta de coronación, replicaron que le darían como regalo «espadas afiladas, entre el cuello y los hombros».
Arturo respondió a este desafío reclutando a Sir Ector y a otros caballeros leales, con los que libró una serie de batallas contra los rebeldes, en las que demostró tal fuerza y destreza que éstos acabaron postrándose ante él.
En una de las batallas se le rompió la espada que había sacado del yunque, pero Merlín le condujo a un lago solitario, de cuyas aguas surgió la mano que sostenía otra espada. Apareció la Dama del Lago y le dijo a Arturo que aquella espada, llamada Excalibur, debía ser suya y que sus poderes mágicos le garantizarían la victoria siempre que luchara en defensa del reino o de la fe.
En poco tiempo, Arturo demostró ser el más grande guerrero y general de Europa. Los caballeros que al principio le miraban con recelo le aclamaban ya abiertamente por sus victorias y combatieron bajo su mando con una fuerza y un valor invencibles: primero en Inglaterra, rechazando a las hordas invasoras de escoceses e irlandeses, y luego en Europa, donde conquistaron la Galia.
La espléndida corte de Arturo en Camelot atrajo a todos los caballeros del reino, ansiosos de mostrar su valía en la batalla y en los torneos. Estos fieros jóvenes luchaban entre sí en los torneos, pero todos aceptaron las leyes de caballería impuestas por Arturo, jurando lealtad al rey, a la fe cristiana y a las reglas de la lucha limpia.
El viejo mago Merlín permaneció en todo momento junto al rey, actuando de consejero, pero Arturo, cuyo poder iba en aumento, no siempre escuchaba las advertencias del mago. Desoyó el consejo de no casarse con Ginebra, la mujer más hermosa de Inglaterra, que también era amada por Sir Lancelot, o Lanzarote, el más bravo caballero y mejor amigo de Arturo. Merlín le predijo que este triángulo conduciría inevitablemente al desastre, pero el deseo que Arturo sentía por Ginebra era tan grande que se negó a renunciar en favor de su amigo y se casó con ella en una gran ceremonia.
Otra predicción de Merlín que sí que impresionó a Arturo fue la de que un hombre nacido el día 1 de mayo le acarrearía el desastre. El rey ordenó que todos los niños varones nacidos el 1 de mayo fueran llevados a Camelot, pero el barco en el que viajaban naufragó y sólo se salvó uno de ellos: Modred, sobrino de Arturo, al que las olas arrastraron a la playa, donde le recogió un hombre que cuidó de él hasta que pudo presentarse en la corte. Arturo recibió a Modred efusivamente, ignorando las advertencias de Merlín que le decía que era un traidor.
Bajo el reinado de Arturo parecía que el reino avanzaba hacia una nueva Edad de Oro, pero una sombra empañaba la felicidad del pueblo: la pérdida del Santo Grial, el cáliz en el que Cristo bebió en la Última Cena. José de Arimatea llevó el Grial a Inglaterra, pero había desaparecido desde hacía muchos años y no podía haber paz y prosperidad duraderas hasta que se encontrase de nuevo el Santo Grial.
Pero el Grial sólo podía ser visto por los que fueran puros de alma y espíritu, y Arturo dudaba de que él o alguno de sus caballeros pudieran presumir de tal perfección. Estaba reflexionando sobre este asunto cuando llegó a su corte un nuevo caballero, el príncipe Galahad, un joven de sorprendente fuerza, hermosura y gracia. Pero los demás caballeros observaron que no llevaba armas y que la funda de sus espada estaba vacía.
Cuando Galahad estaba siendo presentado, un escudero trajo noticias de un milagro. En el río que pasaba junto a Camelot había aparecido flotando una piedra, y en la piedra estaba clavada una espada con la empuñadura enjoyada. Escritas en ella, se leían las palabras: «Ningún hombre me sacará de aquí excepto aquél de cuyo costado debo colgar, que será el mejor caballero del mundo».
Una vez más, los caballeros de Inglaterra acudieron a competir por una espada mágica, y fue Galahad el único que consiguió sacar la espada de la roca. En el momento de introducirla en su funda, los demás caballeros decidieron que aquello era una señal y que debían emprender la búsqueda del Santo Grial.
Ciento cincuenta caballeros se comprometieron en la empresa, y partieron de Camelot en una gran cabalgata, con sus lanzas y armaduras resplandecientes y sus colores ondeando en las banderas. Muchos murieron durante la búsqueda, mientras que otros desistieron y regresaron a Camelot. Sir Lanzarote volvió abrumado por el dolor, porque había estado a punto de ver el Santo Grial, cuando éste se ocultó de su vista. Su caballeresca perfección estaba empañada por el secreto deseo que sentía por la reina Ginebra.
De todos los caballeros, sólo Galahad, Bors y Perceval (o Parsifal) continuaron la búsqueda. Después de muchas aventuras, encontraron por fin a José de Arimatea, que les enseñó el Santo Grial. Galahad quedó tan henchido de gozo que pidió ser llevado a los cielos y una cohorte de ángeles arrebató al impecable caballero. Perceval, llorando la suerte de Galahad, se hizo ermitaño. Y Bors regresó a Camelot con la noticia de que la búsqueda había terminado. Parecía que ya podía comenzar la Edad de Oro, pero aún debían cumplirse las siniestras predicciones de Merlín.
Modred, el caballero nacido el 1 de mayo, ambicionaba la corona de Arturo y conspiró para destruir la fe y la camaradería entre los caballeros y el rey. Difundió rumores acerca de las relaciones entre Lanzarote y Ginebra, y convenció a doce caballeros de que debían matar a Lanzarote para proteger el honor de la reina. La muerte de Lanzarote, el principal amigo y partidario de Arturo, rompería la hermandad de Camelot y ayudaría a Modred en su ascensión al trono.
Pero Lanzarote venció y mató a los doce caballeros en un feroz combate y Modred habría fracasado si el propio Arturo no hubiera dado muestras de debilidad. Estaba celosos de Lanzarote y creyó en las murmuraciones. Furioso ante la supuesta infidelidad de la reina, ordenó a dos caballeros, Gaharis y Gareth, que la quemaran en la hoguera.
Ginebra caminó hacia la muerte ante la llorosa mirada del pueblo de Camelot, pero en cuanto las llamas se acercaron a sus ropas, Lanzarote se lanzó al rescate. Se abrió camino entre los guardias, mató a Gareth y Gaharis y escapó a galope con Ginebra, hacia su castillo de la Guardia Alegre. Sangrientas batallas entre los partidarios de Arturo y los de Lanzarote sacudieron el reino. Antiguos compañeros de fiestas en Camelot volvieron sus espadas uno contra otro. La matanza continuó hasta que el Papa ordenó a Arturo que hiciera las paces y el rey habría accedido si Sir Gawain, hermano de Gareth y Gaharis, no hubiera mantenido vivos sus celos, instándole a no dejar con vida a Lanzarote.
Lanzarote abandonó a Ginebra y huyó a Bretaña, pero Arturo le persiguió con una gran topa de guerreros. Su ausencia dio a Modred la oportunidad de ocupar el trono. Hizo correr la noticia de que Arturo había muerto en combate y solicitó la mano de Ginebra.
Cuando Arturo se enteró, volvió a toda prisa a INglaterra y entabló dos grandes batallas con las fuerzas de Modred. En la segunda, Arturo y Modred establecieron una tregua para parlamentar y se reunieron en terreno neutral para discutir las condiciones de paz.
Modred estaba dispuesto a conformarse con los ducados de Kent y de Cornualles, con la condición de ser el sucesor a la muerte de Arturo. El rey accedió y parecía que se iba a firmar la paz, cuando una serpiente se deslizó entre la hierba y mordió el pie de uno de los caballeros situados detrás de Arturo. El caballero sacó la espada para matarla y ambos ejércitos interpretaron esto como una señal para reanudar la batalla.
La lucha fue tan feroz que por la tarde sólo quedaban en pie Modred, por un lado, y Arturo, Lucan y Bedivere, por el otro. Arturo atacó a Modred con su lanza, pero en plena carga recibió una herida mortal.
Al sentirse morir, ordenó a Bedivere que arrojara la espada Excalibur a un lago cercano. Cuando la espada caía al agua, una mano surgió el lago, recogió a Excalibur, la blandió tres veces y desapareció en las aguas.
A continuación, Bedivere llevó al moribundo rey hasta la orilla, donde le esperaba un bote con crespones negros, ocupado por tres sombrías mujeres, que subieron a Arturo a bordo y se lo llevaron a la isla de Avalón, donde reposa hasta que el pueblo británico vuelva a tener necesidad de él.

Ases

Creadores del Cosmos y primeros dioses de la Europa nórdica. En un principio no había nada más que un gran desierto de hielo y nieve, que se extendía desde la Tierra de las Nubes, al norte, hasta la Tierra del Fuego, al sur. Las chispas de la Tierra del Fuego fundieron algo del hielo y de las gotas formadas nació Ymir, padre de los gigantes.
Mientras Ymir dormía, de su axila nacieron más gigantes. Se alimentaba de la leche de la vaca Audumla, que apareció también al fundirse el hielo. Mientras Ymir bebía la leche de sus ubres, la vaca lamía el hielo, hasta que descubrió a un ser llamado Buri, Este tenía un hijo, Bor, que se casó con la hija de Ymir, Bestla y de su matrimonio nacieron los dioses Odín, Vili y Ve.
Estos Ases lucharon contra Ymir y sus gigantescos hijos, matándolos a todos menos a Bergelmir y a su esposa, que escaparon navegando en el mar de sangre provocado por la batalla y se convirtieron en padres de una nueva raza de gigantes.
A continuación los tres Ases crearon el Cosmos a partir del cuerpo de Ymir: de su carne hicieron la tierra y de su sangre el mar; transformaron sus cabellos en árboles y sus huesos en montañas. Y cuando hubieron terminado el trabajo colocaron su cráneo sobre cuatro pilares, para que su bóveda interior formara el cielo.
Seguían cayendo sobre la tierra chispas de la Tierra del Fuego y los tres Ases cogieron algunas y las colocaron dentro del cráneo de Ymir. Con una de ellas hicieron el sol, con otra la luna y las demás las transformaron en estrellas y planetas. Una vez colocadas, se mantuvieron en su posición, obedeciendo las reglas establecidas por los Ases.
Cuando el Cosmos estuvo listo para ser habitado aparecieron otros Ases que se unieron a las tareas de creación y administración. Dos de ellos, Hoenir y Lothur, iban paseando a Odín por la tierra cuando vieron dos árboles muertos y los transformaron en el primer hombre y la primera mujer.

Asgard

El cielo de los dioses nórdicos de los escandinavos y teutones. [...] [...]

CAPÍTULO DOS: COSAS DEL SUELO Y DEL SUBSUELO

Fuegos Fatuos

Luces danzantes que pueden verse en la oscuridad en los terrenos pantanosos, especialmente en los páramos ingleses, donde están causados por un notable pecador llamado Will el Herrero (nota: el pecado no existe, es un concepto mitológico cristiano).
Los herreros suelen ser trabajadores honrados y de buen corazón, pero Will cayó entre malas compañías nada más terminar su aprendizaje. Era un truhán muy convincente y aunque violó todas las leyes de Dios y de los hombres, su lengua le sacó siempre de apuros. Incluso cuando un esposo ultrajado le despachó al otro mundo, el herrero logró convencer a San Pedro de que le diera otra oportunidad. San Pedro le permitió volver a la tierra, pero en esta segunda vida no hizo nada por enmendar sus malos pasos. Cuando su nueva vida terminó, no consiguió que le dejaran entrar ni en el cielo ni en el infierno.
Pero el diablo se apiadó de él y le dio algunos carbones del infierno para calentarse en su exilio de eternas tinieblas. Estos carbones son los que se ven ardiendo en la distancia, mientras Will vaga entre el cielo y el infierno.

Xanadú

Región montañosa del Asia central. En el siglo XIII formó parte de los inmensos dominios de Kublai Kan, el emperador mongol que se destacó por sus hazañas militares, pero también por su amor a las artes, las ciencias y la naturaleza.
Hacia el año 1270, Kublai Kan visitó Xanadú y quedó muy impresionado por el esplendor de su paisaje. Al pie de las montañas cubiertas de nieve encontró una profunda hondonada que penetraba en las laderas, entre densos bosques de cedros, y por ella corría el río Alfa (sagrado para los habitantes de Xanadú), de manera tan turbulenta que sus furiosas aguas hacen saltar en el aire rocas y peñascos. A partir de allí, el Alfa seguía un curso tortuoso durante unos nueve kilómetros, hasta que desaparecía en las cavernas heladas, bajo un glaciar. Los habitantes de Xanadú le dijeron a Kublai Kan que las cavernas eran inmensas según los criterios humanos, y que el Alfa acababa por desembocar en un «mar sin sol», probablemente un océano subterráneo.
El rugido del río le sonó a Kublai Kan como voces ancestrales profetizando guerra, pero esto no preocupó al gran conquistador. Quedó tan impresionado por la grandeza romántica de Xanadú, que ordenó que se construyera una residencia de placer a orillas del río Alfa. La construcción debía ser un milagro de diseño, con la sombra de su cúpula cayendo sobre el rabioso torrente, y las cavernas heladas formando parte de la construcción.
Los arquitectos del Kan se mostraron a la altura de las circunstancias, y rodearon más de dieciséis kilómetros del bosque de cedros con murallas y torres. Algunas porciones del bosque así encerrado las dejaron en su estado natural, y el resto lo convirtieron en hermosos jardines de árboles aromáticos, atravesados por sinuosos arroyuelos. La residencia misma era el foco de toda esta belleza artificial, en medio de la rústica grandeza de Xanadú.
No se sabe si Kulbai Kan pasó mucho tiempo en esta residencia, ya que estuvo muy ocupado en varios intentos fracasados de invadir Japón. Sin duda, las ruinas de la residencia y del gran jardín amurallado aún pueden encontrarse en Xanadú, que actualmente forma parte de la República Popular China.

Yaldin, Torres de

Magnífica residencia en la región del Bosque Nuevo de Hamshire, Inglaterra, que fue durante muchas generaciones el hogar de la familia Yalding. Ni siquiera el rígido sistema de impuestos de la Inglaterra moderna ha tenido mucho efecto en el modo de vida de los Yalding, y se cuentan muchas historias curiosas acerca de los éxitos del actual Lord Yalding en sus numerosas empresas financieras.
Las Torres de Yalding las construyó uno de sus antepasados, en un estilo florido y ornamentado, que tiene muy poco en común con los estilos clásicos de la arquitectura inglesa. El gran edificio contiene una sala con cúpula, con el techo pintado de azul por dentro y decorado con estrellas de oro. Se dice que allí el propietario original practicaba la magia blanca. En el vecindario se cuentan leyendas que atribuyen su interés por la magia a un anillo que un hada les dio a los Yalding. Los poderes del anillo incluyen el hacer invisible al que lo lleva puesto y dotarle de cierta visión sobrenatural.
Las sucesivas generaciones de Yalding han ampliado y mejorado los magníficos jardines, adornados con numerosas estatuas de estilo clásico y una notable colección de figuras de piedra que representan animales prehistóricos. Se dice que el que lleve puesto el anillo de las hadas puede ver cómo estas figuras y estatuas cobran vida.  
Los Yalding se niegan a discutir las leyendas con periodistas o investigadores de lo oculto, y han rehusado varias invitaciones para aparecer en televisión. Quizás no esté muy claro que el anillo mágico haya influido en su continua prosperidad, pero es interesante indicar que, según parecer, el llevar el anillo implica ciertos castigos, además de beneficios.